La escasez del agua es un problema a nivel mundial, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el planeta cuenta sólo con 3% de agua dulce, apta para el consumo humano; del cual, sólo 1% es accesible, pues 2% se encuentra congelada en glaciares y en las profundidades de los océanos. Actualmente, una de cada cinco personas (20%) de la población mundial no tiene acceso al agua potable en el mundo, y se prevé que para el 2025 dos tercios de la población mundial, o sea 66.6%, enfrentará problemas de insuficiencia de agua, y un tercio de la población global (33.3%) vivirá en escasez absoluta.
Para el 2030 se proyecta que uno de cada cinco países en el mundo enfrentará penurias de agua. Además, se espera que para el 2025 la falta del agua desencadene problemas de insuficiencia alimentaría de aproximadamente 350 millones de toneladas de alimento a escala mundial. Además, se prevé que para el 2050 el crecimiento de la población mundial llegue a los 9.1 mil millones de habitantes, y en promedio cada habitante consume 128 litros de agua por día. En Chile se vive una de las mayores sequías de la cual se tenga registro, un total de 136 comunas del país, entre las regiones de Coquimbo y El Maule, han sido declaradas zonas de escasez hídricas a través de decretos emitidos por el Ministerio de Obras Públicas (MOP), es decir un 39% de las comunas a nivel nacional.
Si bien Chile tiene una ventaja hídrica respecto a la media mundial, éste no se distribuye de manera equitativa. Desde la Región Metropolitana hacia el norte, la media de disponibilidad de agua está por debajo de los 800 m3/persona/año, mientras que hacia el sur se tiene una media sobre los 10.000 m3/persona/año. Internacionalmente el criterio indica que si la disponibilidad de aguas es menor a 1.000 m3/persona/año se considera como una zona de escasez hídrica lo que tiene efectos negativos sobre el desarrollo económico y la salud de los habitantes. El uso de agua en Chile por sectores se divide en: Agropecuario: 82%, Consumo Humano: 8%, Industrial: 7% y Minería: 3%.
Este porcentaje es un promedio a nivel nacional, sin embargo, dependiendo de la región este porcentaje puede variar, por ejemplo: En la región de Tarapacá el sector minero consume un 54,2% mientras que el agrícola consume un 18%. En la región de Antofagasta la minería consume un 56.7% y el agrícola un 17.3%. Actualmente el uso de agua de la minería proviene de: 30% Fuentes Superficiales, 6% de Terceros, 41% de Fuentes Subterráneas y 23% de Agua de Mar. La decaída de la ley y el aumento en la demanda de cobre han obligado a procesar mayor cantidad de material, y por lo tanto mayor uso de agua. Sumado a esto la escasez de agua también afecta de manera importante a la gran minería, es por eso desde hace varios años se viene trabajando en el uso eficiente del agua y en la búsqueda de reducir el consumo de agua dulce como fuente hídrica para la operación minera.
Son varias las medidas que se ha tomado para darle un uso eficiente y responsable al agua; como la reducción de consumo de agua continental, la reutilización de agua en los distintos procesos mineros, según información del Consejo Minero con ayuda de innovaciones para la reutilización del agua la recirculación alcanza un 74%, y el aumento del uso de agua de mar, el cual se espera que aumente a un 47% del agua total requerida en la industria minera para el 2030.
Una de las principales fuentes para hacer frente a la escasez de agua y al aumento de la demanda del recurso hídrico por la industria es el agua de mar, según Cochilco se espera que el 2029 el consumo de agua de mar en el sector minero aumente un 230% respecto del 2018, por lo que las plantas desalinizadoras se han erigido como la respuesta a tales desafíos.
A pesar de los altos costos que actualmente tienen el uso de plantas desalinizadoras, los beneficios que traen, no solo para la industria, sino que también para la población, hace que sea una alternativa para el problema. Uno de los aspectos que hace costoso este método es el traslado del agua hacia las faenas mineras, por lo que se requiere mucha electricidad, sin embargo, se espera que con el creciente aumento del uso de energía solar estos costos vayan disminuyendo. “Los costos de energía han bajado entre 10% y 12% en los últimos 10 años, y se espera que vuelvan a bajar a partir de 2021, mientras que la tecnología lo ha hecho entre 20% y 25%”.
Actualmente en Chile hay 24 plantas operando y otros 22 proyectos en diferentes etapas de avance. Con estas 24 plantas se producen 5,570 litros de agua, y se espera que aumente un 160% en los próximos 5 años. Con lo cual se espera que se abastezca de agua no solo a la industria minera, sino también a otras industrias y a la población, por ejemplo: la planta desalinizadora de CAP minería construida el 2011, hoy en día abastece, a través de Aguas Chañar, a actividades agrícolas de la zona y para uso doméstico. La Planta Desaladora Tocopilla abastecerá al 100% de la población de Tocopilla con agua potable. Frente a la positiva respuesta que han tenido las plantas desalinizadoras se está desarrollando la primera planta estatal y la más grande de Latinoamérica para consumo humano, la cual se espera que asegure el consumo de agua potable a 210 mil personas de la Región de Atacama. También en la Región de Atacama de planea la construcción de una planta desaladora más grande de Latinoamérica, la cual se espera que empiece a operar el 2022, tiene una capacidad de 2,630 litros por segundo, en conjunto con una planta de energía solar de 100 MW de potencia y un reservorio de agua con capacidad de 600 mil metros cúbicos.
Sin embargo, la rapidez con la que ha crecido el número de plantas ha causado que no se abarque completamente los efectos secundarios que estas plantas pueden producir. Debido al proceso de tratamiento en las plantas desalinizadoras se genera aproximadamente: 55-50% de salmuera por el total de agua de mar tratada, con una salinidad de 70.000 ppm. Los métodos convencionales de eliminación de salmuera son: descarga al mar, inyección en pozos profundos, estanques de evaporación y aplicación en la tierra. Sus impactos ambientales son el aumento de salinidad, destrucción del ecosistema de microorganismos marinos, descarga de metales pesados por corrosión (Cu, Fe, Ni, Cr) y daños ecológicos y socioeconómicos. De esta forma, es completamente necesaria una gestión efectiva, eficiente y eficaz de la salmuera. Existe un nuevo desafío y por lo tanto una nueva oportunidad para la innovación.
En la carrera por combatir la sequía hídrica no podemos olvidar ni dejar para el último la variable ambiental, el acto correcto sería anticiparse y combatirla. Las regulaciones pronto vendrán y, por ende, es una excelente oportunidad para la innovación y la gestión correcta tanto del agua como de la salmuera.
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